Me hace especial ilusión mostraros una de las sesiones comunión que he hecho este año.
Este tipo de sesiones me gustan mucho ya que los protagonistas no son a lo que suelo estar acostumbrada, niños y bebés revoloteando de un lado para otro. En este caso me encuentro a preadolescentes a los que normalmente sus padres ya no van detrás de ellos todo el día con el móvil para hacerles fotos. Ya no son bebés y parece que ya no tienen gracia. Todo lo contrarío, están en una edad maravillosa, en los últimos resquicios de la niñez. Todavía tienen esa inocencia y creo que hay que aprovechar el momento para que tengan un maravilloso recuerdo de esos últimos años antes de ser «mayores».
Haga la comunión o no vuestro hijo/a, os animo a que os hagáis una sesión de fotos familiar, o de el/ella solos como protagonistas totales. A la mayoría les encanta poder enseñarlas a sus amigos y en un futuro lo agradecerán. Estas sesiones de fotos se pueden hacer tanto en estudio como en exteriores.
La niña de la sesión de fotos de comunión que os muestro a continuación, venía ilusionada pero un poquito nerviosa. Se lo noté enseguida y tomé una decisión super acertada: le dije a sus padres y a su hermano pequeño que se alejasen un poquito, que les avisaría cuando nos tuviesesmos que cambiar de lugar para hacerles algunas fotos familiares. Ella al no sentirse ya tan observada se relajó y me fue regalando unas expresiones preciosas.
A continuación os pongo un pequeño resumen de esta sesión: